Entendemos por contraste simultáneo el fenómeno según el cual nuestro ojo, para un color dado, exige simultáneamente el color complementario y, si no le es dado, lo produce él mismo. La experiencia prueba que la ley fundamental de la armonía coloreada encierra en sí la realización de la ley de los complementarios. El color complementario engendrado en el ojo del espectador es una impresión coloreada pero no existe en la realidad. No se puede fotografiar. El contraste simultáneo y el contraste sucesivo tienen seguramente el mismo origen.
Hagamos la experiencia siguiente : sobre una superficie cubierta de un color fuerte pintemos, un pequeño cuadrado negro. Coloquemos encima un papel de seda transparente ; si la superficie es roja, el espectador tiene la impresión de ver un cuadrado verde en vez del negro. Si la superficie es verde, el cuadrado parece rojizo ; si es violada, el cuadrado negro parece amarillento y si la superficie es amarilla, el cuadrado parece violaceo. Cada color produce simultáneamente su color opuesto.
Hagamos la experiencia siguiente : sobre una superficie cubierta de un color fuerte pintemos, un pequeño cuadrado negro. Coloquemos encima un papel de seda transparente ; si la superficie es roja, el espectador tiene la impresión de ver un cuadrado verde en vez del negro. Si la superficie es verde, el cuadrado parece rojizo ; si es violada, el cuadrado negro parece amarillento y si la superficie es amarilla, el cuadrado parece violaceo. Cada color produce simultáneamente su color opuesto.
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